Por: Lic. María de Lourdes Hurtado Vázquez
En
mi experiencia de colaboración con Kerigma, trabajando con jóvenes adictos a
sustancias en proceso de recuperación; me he dado cuenta de lo importante que
es tener una familia integrada, pues la mayoría de los casos que he visto de
jóvenes con adicción a sustancias, he observado que su padre tenía poco
contacto con el joven, sea por trabajo excesivo o bien, era en absoluto una
figura ausente en sus vidas, algunos otros contaban con un lazo parental
sustitutivo, que era desempeñado por la nueva pareja de su madre, o bien, ésta
última era madre soltera; en los peores casos el padre estaba presente pero
también era adicto al alcohol u otras sustancias, vivía con el joven pero éste
era completamente invisible ante sus ojos, siendo un padre emocionalmente
distante del joven, por creer que su educación y apoyo es responsabilidad en
absoluto de la madre, como erróneamente se ha fomentado en muchas familias con
ideologías sexistas, muy características de nuestra cultura latinoamericana.
En
este mismo sentido, creo que la relación del joven con su padre es muy
importante para el desarrollo normal de ese hijo, estando al pendiente de su
desempeño en la escuela, conociendo sus amistades e involucrándose activamente
en sus intereses. En
este respecto puedo asegurar, que es de suma importancia que los hijos se
sientan amados y tomados en cuenta, que perciban que tanto su padre como su
madre se interesan en sus actividades; para ello no es estrictamente
indispensable que vivan juntos o que sigan siendo una pareja, mientras comprenden
y sean plenamente conscientes de sus responsabilidades y de la importancia de
su presencia en el sano desarrollo de ese hijo(a).
Ello
también lo señalo, ya que algunas veces los padres priorizan tanto el trabajo
que no se dan la oportunidad de pasar tiempo de calidad con sus hijos, de
realmente esforzarse y entablar una conversación con ellos; ya que es muy
importante que los hijos sientan que le interesan a su padre, con ello no digo
que no sea así; sin embargo, cuantas veces los adultos nos enfocamos en las
cosas materiales y trabajar para brindar lo que creemos “les hace falta” y aún
peor, nos atrevemos a decir “yo trabajo todo el día para que no les falta
nada”, yo te pregunto ¿le dedicas tiempo?, ¿lo escuchas?, ¿juegas con él?, ¿se
divierten juntos?; si tu respuesta es “no” o “muy poco porque el trabajo no me
da tiempo”, entonces quiero decirte que ese hijo le faltan muchas cosas,
principalmente algo muy importante:
LA
PRESENCIA DE SU PADRE EN CADA MOMENTO DE SU VIDA.
Porque
les puedo asegurar, queridos lectores, que el día de mañana ese joven no va a
recordar cuanto gano su padre en su trabajo, ni cuantas horas trabajó cada día,
ni cuantas cosas le compró; el día que su padre no esté más, ese joven
aprisionará en su corazón los recuerdos del tiempo juntos, los juegos, las
charlas, las películas juntos, los partidos de fútbol; pero si a ti como padre
todo ello no te parece importante el día de hoy, prepárate para el día de
mañana, ser olvidado por tu hijo.
Todo
ello se acentúa aún más cuando la madre de ese joven también trabaja, ya que en
muchos casos se encuentra sujeta a horarios muy extensos viéndose obligada a dejar
a esos hijos bajo el cuidado de sus abuelos u otro familiar, generando en esos
chicos sentimientos de abandono y soledad profundos, que en muchos casos pueden llevar al joven a buscar un escape de dichos sentimientos, en la adicción a sustancias.
Con
ello no quiero decir que no comprenda la situación económica tan difícil que
vivimos hoy en día, pues sé que el trabajo es muy importante y que muchas veces
el ingreso de un solo cónyuge ya no es suficiente; pero no debemos olvidar
hacer un esfuerzo por dar tiempo de calidad a nuestros hijos.
¡¡¡No cometamos el error de creer que
nuestros hijos necesitan cosas materiales, más de lo que nos necesitan a
nosotros en sus vidas!!!
Comunidad terapéutica:
conciencia, ciencia y
experiencia, al servicio de la recuperación,